La suerte ya estaba echada, sólo faltaba ver cuado seria el día para que David Stern pronunciara: “Los campeones de la NBA del 2009 son Los Ángeles Lakeres”. Ni siquiera tiempo para el suspenso hubo, lo que parecía que sería una entretenida serie final terminó siendo un mero tramite para Los Lakers que vencieron en el quinto partido a los Orlando Magic 99-86 y así obtuvieron su campeonato número 15, el primero desde el 2002. Sorprendió, quizás, lo desaparecido en acción que estuvo el súper pívot estrella de los Magic, Dwight Howard, muy pobre su actuación que dejo mucho que desear (apenas 11 puntos en el último partido) y más si se tiene en cuenta el año que tuvo. Pero más allá de eso los californianos hicieron merito propio, desde el primer minuto del primer juego salieron a la cancha con las ganas de demostrar que no eran los mismos que habían perdido con los Celtics el año anterior, este era un plantel más consolidado, más seguro y sobre todas las cosas era un equipo, no un conjunto de buenos jugadores. Algo siempre difícil de ver en la NBA, donde brillan las individualidades pero el juego en equipo muchas veces pasa a un segundo plano. Los Angelinos aprendieron de errores pasados y le hicieron pagar cara la inexperiencia a Orlando.
Dos gustos personales: por un lado, Phil Jackson, con este nuevo anillo, se convirtió en el entrenador con más títulos en la historia de la NBA (6 con los Bulls y 4 con los Lakers), superando por uno al ex técnico de los Celtics Red Auerbach, y por otro lado Kobe Bryant se dio el gusto de ganar su primer campeonato sin la sombra de Shaq y aparte también consiguió su primer premio de MVP de las finales, algo que el come hamburguesas de O’neal siempre le había impedido. 30 puntos, seis rebotes, cinco asistencias, cuatro tapones y 2 robos para el escolta que dijo, “este es el momento más maravilloso de mi carrera”.
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