martes, 27 de julio de 2010

Angel y demonio

Odiado por los fans de, su ahora, ex equipo. Amado por una ciudad que lo recibe con los brazos abiertos. Desprestigiado por ese número 23 que él tanto intenta imitar. Y todo esto a raíz de su decisión de cambiar de equipo. Si, Lebron James. Tanto odio y tanto amor. Camisetas quemadas, presidentes enojados, ex jugadores indignados cuestionando su real grandeza. ¿No será mucho? ¿O es lo justo por no bancársela con los Cavs? Lo cierto es que él Rey (apodo que él mismo se adjudicó) se cansó de los fracasos con Cleveland y se sumó al esperanzador proyecto de Miami junto con Wade y Bosh. Como no podía ser de otra manera su anuncio llegó mediante una trasmisión en vivo de ESPN. Y prácticamente al instante despertó críticas por todos lados. Es que la lógica, en cierto sentido, marca que si James pretende ser como Jordan su camino tendría que haber sido similar. El tema es que Air no cambió de equipo hasta después de volver de su segundo retiro y con seis títulos ya en su haber. Y además, no es que a su majestad le haya ido de maravillas desde su llegada a la NBA, todo lo contrario. La tuvo que pelear desde abajo en sus primeros años, inclusive más que James, y con el correr del tiempo consiguió un equipo que estuvo a la altura de las circunstancias. Pero bueno, parece que para Lebron esos tiempos se acabaron. "Mirando hacia atrás, yo no llamé a Larry (Bird) y Magic (Johnson) y les dije: 'Oye, vamos a juntarnos y jugar en un equipo", dijo Jordan. "Pero eso es ... las cosas son diferentes. No puedo decir que sea algo malo. Es una oportunidad para estos chicos en la actualidad", agregó antes de concluir: "Con toda honestidad, yo trataba de vencer a esos tipos". Durísimo.