jueves, 30 de junio de 2011

El día que la arrogancia perdió por goleada

Es el estigma que lleva en la piel el estadounidense medio. No generalizo, pero es un gran porcentaje el que se cree siempre como el mejor. En todo aspecto. Desde la política hasta el deporte. El yanqui está acotumbrado a pensar que es intocable, que siempre tiene razón pero cuando le muerden la oreja, tambalean quedando al borde del abismo. Y así le pasó al Miami Heat. Desde el momento en que Bosh y James (el mismo que tiene tatuado en la espalda la frase "El elegido") se unieron a Wade, el trio se dio por campeón aún sin haber jugado un partido. Los arrogantes de siempre, heredando ese mundo virtual al cual Gino y compañia les dio una bofetada en Indianápolis. Por suerte estuvieron los Mavericks para comprobar una vez más que al basquet se gana jugando en equipo. Nadie gana un partido solo. Podés tener una estrella, dos, o hasta tres pero si no hay nadie que te respalde detrás, el éxito se desvanece. Miami, a lo largo de la temporada, sobrevivió por el peso de sus figuras. Y cuando ellas flaquearon, el Heat anduvo a los tumbos. La serie final fue muy pareja pero hubo un quiebre. El famoso quinto partido suele inclinar la balanza y así sucedió una vez más. Nowitzki, a pesar de la fiebre que lo aquejaba, tuvo un último cuarto decisivo para dejar a Dallas en match point. Horas después nos enteramos de las burlas de Wade y James hacia el alemán, por supuestamente fingir su enfermedad. Clásico de ellos. De los soberbios. Afortunadamente el alemán hizo oídos sordos y se concentró en lo único que importaba por esos momentos: el sexto partido. No habrá sido el mejor de los partidos de Dirk pero cuando había que jugar, en los momentos calientes, aparecieron los Barea, los Terry, los Kidd y se lo llevaron los Mavericks. Un digno título para un equipo que realmente fue un equipo. Que se dedicó a jugar y no a hablar. Y si porque no, justicia para que dos futuros Salón de la Fama tengan al fin su anillo de campeón. Nowitzki se vengó de aquella derrota del 2006 pero aún más importante, les tapó la boca a la arrogancia de los Heat.